personas aman las plantas de interior
Personas que aman las plantas de interior: una personalidad particular

Se cuelan en nuestros interiores con una discreción aparente, pero con un fuerte poder simbólico. Tanto si nos gustan discretas como exuberantes, las plantas de interior no están allí por casualidad. El mero hecho de cuidarlas podría traducir una visión del mundo, un sistema de valores o incluso una forma de existir en el día a día. Un estudio realizado en Rusia explora esta relación íntima entre humanos y vegetales. Detrás de cada maceta de barro, habría más que una preocupación estética: una huella psicológica y moral. Esto es lo que tu pasión por las plantas revela sobre tu personalidad.

Un entusiasmo doméstico que va más allá de la simple estética

Lejos de ser una tendencia pasajera, la proliferación de plantas en los hogares urbanos parece responder a una búsqueda de reenraizamiento. Entre las exigencias de ralentizar, el aislamiento social y la sobrecarga mental, el mundo vegetal se convierte en una respuesta silenciosa.

El estudio realizado en la Universidad Estatal de Moscú sugiere que las personas apegadas a sus plantas comparten valores fuertes: justicia social, orden moral, no violencia.

A través de una relación afectiva con seres vivos no humanos, estos individuos manifestarían una postura ética coherente, a menudo imperceptible a primera vista.

No dudes en hacer que la primavera entre en tu hogar con ciertas plantas que van a desarrollarse durante todo el invierno, como el árbol de Jade, por ejemplo.

El mundo vegetal, espejo de un compromiso moral ampliado

El estudio, titulado If People Are Attached to Plants, Do They Love Other People?, se realizó con 257 estudiantes moscovitas. Resultado: los más apegados a sus plantas también expresan una gran sensibilidad hacia el medio ambiente, los animales y otros seres humanos.

Esta disposición tiene un nombre: moralidad expansiva. Designa una propensión a incluir lo vivo, en todas sus formas, en un mismo campo de consideración ética.

Este vínculo entre el apego vegetal y la conciencia moral hace eco a la biófilia, concepto desarrollado por Edward O. Wilson. Según él, el ser humano estaría genéticamente dispuesto a buscar conexión con la naturaleza.

Esta necesidad de enraizamiento se manifestaría en gestos anodinos: regar, esquejar, observar un crecimiento lento. Para otros pensadores como Arne Næss o Albert Schweitzer, respetar una planta también es honrar la vida en su aspecto más fundamental.

Una terapia discreta pero eficaz

El beneficio no se limita a la satisfacción moral: el contacto diario con las plantas de interior también produce efectos tangibles sobre el equilibrio psíquico.

Así lo demuestran los trabajos de Marjolein Elings, investigadora neerlandesa que estudió los beneficios del Green Care. En contextos terapéuticos, la exposición a la naturaleza o la jardinería permite una mejora de la salud mental, especialmente en personas en situación de vulnerabilidad.

Los efectos más frecuentemente observados son los siguientes:

  • disminución del nivel de estrés fisiológico (reducción del cortisol)
  • regulación de las emociones en períodos de inestabilidad
  • fortalecimiento del sentimiento de utilidad y competencia

Cuando la planta se convierte en un objeto de mediación

Lo que revela el estudio es que el cuidado de las plantas actúa como una forma de ritual. Cuidar de un vegetal impone un ritmo, una atención, una temporalidad incompatible con las lógicas de rendimiento.

Aquí están los efectos psíquicos observados en las personas que cuidan plantas de interior:

Tipo de repercusión Consecuencias observadas Poblaciones más sensibles
Disminución del estrés Menos irritabilidad, frecuencia cardíaca regulada, mejor estado de ánimo Adultos activos, perfiles ansiosos
Mejora del sueño Facilidad para conciliar el sueño, regulación del ciclo vigilia/sueño Mayores, personas con tensión nerviosa
Recuperación cognitiva Mejor memoria de trabajo, concentración prolongada Estudiantes, niños escolarizados
Sentimiento de enraizamiento y continuidad Menos sentimiento de abandono, mejor percepción del tiempo Personas aisladas o en convalecencia
Estímulo a la comunicación indirecta Puntos de contacto para crear vínculos sociales o digitales Habitantes de zonas urbanas densas