
Una flor que sobresale de un parterre, un ramo silvestre al borde de un camino, un tallo colorido en una rotonda: estas imágenes triviales pueden rápidamente despertar el deseo de arrancar unos pétalos al pasar. Tanto en la ciudad como en el campo, el gesto parece inofensivo. Sin embargo, puede tener consecuencias muy reales para quien actúa sin preguntarse nada. Lejos de ser tolerada por defecto, la recolección en la vía pública está estrictamente regulada. En zonas urbanas, está incluso ampliamente prohibida, a veces con sanciones económicas. Y en entornos naturales, entre la protección de especies y el estatus de los terrenos, las condiciones de legalidad varían considerablemente. Antes de recoger, es mejor saber exactamente lo que la normativa permite o prohíbe.

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